Triste vida es la primera novela que he encontrado sobre la vida moderna en China. En esta novela su autora, Chi Li, nos demuestra que los jóvenes chinos de finales de los 80 tenían los mismos problemas y quebraderos de cabeza que los jóvenes europeos o americanos de aquella época.
Chi Li es capaz en esta novela de condensar las expectativas, los sueños y la forma de vida de estos jóvenes chinos, cuyas preocupaciones son el trabajo, la educación de sus hijos y la capacidad económica que les permitirá vivir en una casa mejor, comprar un televisor a color o salir una noche a comer.
En Triste vida se relata cómo transcurre el día a día de Yin y su joven familia (su mujer y su hijo de tan sólo cuatro años), describiéndonos una sola jornada, desde que amanece y hasta que todos los protagonistas duermen.
Yin, el protagonista de esta historia, tiene 30 años, esa edad crucial en la que todos hacemos recuento de lo que hemos logrado, y nos lamentamos por los sueños incumplidos, por los objetivos que no hemos alcanzado. Es el momento en que nos abandona la juventud y pasamos a ser considerados adultos, aunque todavía no seamos capaces de asumir dicha responsabilidad. El título Vida triste, hace referencia al estado de ánimo de Yin, pues al hacer balance descubre que no tiene la mujer comprensiva y amable con la que soñaba, no tiene dinero suficiente para hacer un buen regalo a sus padres por su cumpleaños y no tiene fuerzas para intentar inculcar una buena educación a su hijo. En definitiva, no es el hombre que siempre pensó que sería.
La novela, de apenas 100 páginas es un pequeño tesoro que encontré en una caja de saldo de un supermercado; y es que a veces, las historias más sorprendentes pueden estar esperando en cualquier rincón.